La noche transcurría en una paz completa, aunque era noche de viernes la gente joven sale de fiesta y para ligar, pero después de la pequeña fiestecita que tuvieron Angela y Tania, pensaron que lo mejor era descansar o al menos así lo pensó Angela. Angela había apagado el móvil, pero había recibido unas notificaciones junto a unos envíos que en la mañana la alegrarían el día. Esa noche antes de dormirse en las mantas del suelo, Tania pensaba las vueltas que iba dar su vida. Había pasado de ser una joven chica estudiante a una esclava y perra estudiante propiedad de una amiga y compañera de clase llamada Angela. Ella no sabía porque, pero era pensar en ella, y se mojaba así que decidió no pensar más en esa tarde desde que regresó del trabajo. Ahora su vida le pertenecía a su Ama Angela. Después de pensar en todo lo que había sucedido se quedó durmiendo plácidamente toda la noche. Era sábado por la mañana cuando se acercó la hora indicada. Sobre las ocho menos cinco, Tania se puso de rodillas con la cabeza mirando al suelo, esperando a que su Ama y dueña Angela, se levantara. Ella quería empezar su primer día de esclava con el buen pie y no ser una incompetente más como otros de por ahí.
Angela, se levantó de la cama después de una noche placida. Al poner los pies en el suelo vio como Tania había colocado ropa suya en el suelo para que sus pies no se enfriaran tocando el frío suelo. Eso en cierta medida le encantó ya que era todo un detalle, y lo más importante. Lo hizo con su propia ropa por lo que ya se Tania ya se había rebajado a la planta de sus pies. Como queriendo decirla sin palabras que era su esclava, su perra, su mascota, más baja y denigrante que la suciedad de la planta de sus pies, que Tania le decía que era como la suciedad de sus pies. Desde luego, la había sometido bastante bien y hasta sonreía de placer al verla de rodillas mirando al suelo. –Buenos días, esclava. –dijo Ama Angela. –Buenos días, mi Ama Angela. –respondió Tania. –Sígueme, esclava. –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela. –respondió Tania. Angela se fue al baño quitándose su camisón con el que había dormido mientras lo dejaba caer al suelo. Tania iba detrás de ella de rodillas a cuatro patas mientras que Angela le decía. –No te preocupes, esclava. –Luego lo recogerás todo. –Tienes todo el fin de semana por delante, esclava. –dijo Ama Angela. –Si mi Ama Angela, como ordene. –dijo Tania. Angela notó que a Tania le empezaba a gustar mucho llamarla Ama y que la llamara esclava.
Quizás fuera un reconocimiento que ella necesitaba desde hacía mucho tiempo. Bueno desde que lo dejó con su ex novio que fue su Amo. Rápidamente Angela le ordenó a Tania. –Ven y ponte delate mía, esclava. –Abre la boca, trágatelo todo, esclava blanca. –ordenó Ama Angela. Angela empezó a orinar mientras que Tania se lo bebía todo. Cuando terminó Angela dejó a Tania descansar un poco y tomar aire para que se recuperaba un minuto o dos. –Ponte en posición, abre la boca y trágatelo todo. –ordenó Ama Angela. Angela empezó a cagarle en su boca mientras Tania, se lo iba comiendo todo, salvo un último trozo que se cayó al suelo. Angela no necesitó mirar a Tania, ésta ya se lo estaba comiendo mientras Angela la miraba. –Muy bien, esclava. –Ve a recoger las cosas, y cuando termines, te pones de rodillas ahí hasta que salga de la ducha. Tania, recogió su camisón, sus botas, su ropa y se la dobló para meterla en los cajones. Después, ella regreso a ponerse de rodillas sentada mirando al suelo como su Ama Angela, la había ordenado situarse. Angela se dio una larga ducha hasta que salió de ella. –Mi toalla, esclava. –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela. Tania le colocó la gran toalla encima para protegerla del frío, mientras Tania cogió otra toalla más pequeña para ponerla en el suelo para que su Ama, se secara sus pies, mientras Tania se los secaba.
Angela se sentó en la silla que tenían en el baño. Cuando se secó, se puso las pantuflas de estar por casa que Tania se las había traído previamente antes. –Ahora, puedes bañarte tú, esclava. –ordenó Ama Angela. –He puesto la tapa, en la bañera, para que la uses para lavarte, siéntete agradecida, de usar la misma agua, con la que se ha lavado tu Ama y tu dueña, esclava. –ordenó Ama Angela. –¡Muchas gracias, mi Ama Angela! –respondió Tania. Tania se metió en el agua se enjabonó y se lavó, con el agua de la bañera que había usado su Ama Angela. Tania nada más lavarse, salió de la bañera tirando el agua y regresó a la cocina de rodillas a cuatro patas como la perra esclava que era. –Me gusta que sepas el lugar que te corresponde, esclava. –dijo Ama Angela. –Si mi Ama Angela, este es mi lugar como su esclava y perra blanca. –respondió Tania. Angela, sonreía, había doblegado a su amiga Tania, convirtiéndola en su esclava, pero era más que eso, había bebido y comido su orina y su caca. Era el sueño de cualquier esclavo de verdad despertar esa mañana para realizar todo eso. Angela le señaló los cuencos al lado de la mesa de la cocina para que ella lo viera. Le había echado un poco de café en uno de los cuencos, y pan tostado en el otro cuenco con mantequilla. –Come, aunque no se si tendrás hambre. –dijo Ama Angela. –Si mi Ama Angela. Tania se acercó a los cuencos para lamer el café y comer las tostadas con la boca. Era algo difícil, la verdad comer con la boca y lamer poco a poco hasta que se lamió todo el café. Entonces Angela detrás de tomar el café, fue a coger su bolso del cual sacó un collar de color de plata con un grosor de 1,5 cm junto con una cadena de plata. –¡Ven aquí, esclava! –ordenó Ama Angela.
Tania se acercó, poniéndose delante suya mirando el collar que había sacado su Ama. Angela se lo puso y observó que tenía una plaquita con el nombre de Tania y por detrás Propiedad de Angela. Esto la puso cachonda e incluso se excitó. Era un collar muy bonito, finísimo, con un diseño sencillo, ligero, estilizado que era perfecto para una esclava como ella. –Lo compré esta semana y encargué el nombre ya que vi los datos de tus búsquedas hace unos días, así que en el centro hay una tienda en la cual los venden. –dijo Ama Angela. –Es muy bonito, mi Ama Angela. –dijo Tania. –Si, la verdad que yo también tengo mi collar con mi nombre, pero en este caso, es porque se han puesto de moda y todas las chicas les gusta llevarlos por la moda. –dijo Ama Angela. –Tiene un diseño moderno y de esa forma lo podrás llevar puesto a todas partes, ya que como eres mi esclava, así te lo ordenó. –dijo Ama Angela. –Además, como te dije si salimos juntas, irás detrás de mí con la mirada mirando al suelo. –Si yo me paro para hablar con alguien, tú te pondrás a mi lado de rodillas a cuatro patas, mirando al suelo para que muestres tu sumisión ante mí y los demás. –dijo Ama Angela. –Si mi Ama Angela. –dijo Tania, excitada, pero con algo de miedo porque la vean así de esa manera. Bueno, creo que vamos a dar un paseo por los jardines, esclava. –dijo Ama Angela. Angela enganchó la cadena al collar nuevo, poniéndose el abrigo, tiro de la cadena de Tania que la siguió desnuda a cuatro patas. –Ladra, perra. –ordenó Ama Angela. –Guau, guau, guau. –respondió Tania. Angela fue caminado por el camino, metiéndose por el jardín mientras que Tania la seguía detrás.
En ese momento, se cruzó con una vecina del piso de al lado, que se las quedó mirando, mientras que Angela le ordenaba a Tania hacer cosas. –Túmbate, ponte sentada, a cuatro patas, acuéstate. –ordenaba Angela, que Tania obedecía. Luego Angela le tiró una pelota que saco del bolso para que Tania se la trajera y pusiera en su mano. Lucía se acercó mientras miraba todo el espectáculo. –Hola, me llamo Lucía. –Creo que no nos conocemos en persona. –dijo Lucía. –Hola, buenos días, Lucía. –dijo Angela. –No, creo que no, soy la vecina del quinto D. –dijo Angela. –¿Pero ese piso no vive Tania? –preguntó Lucía. –Si, vivo con mi esclava y mi perra. –dijo Angela. –¡Ah! –dijo Lucía, quedándose, algo sorprendida de lo que estaba viendo. –Y yo soy su Ama y dueña, mi nombre es Ama Angela. –dijo Angela. En ese instante venía Tania que le dejó la pelota en su palma de su mano, algo nerviosa, pero Angela se la volvió a tirar. Mientras que ella iba a buscarla de nuevo. –Yo soy la vecina del quinto C. –dijo Lucía. –Es un placer conocerte, Lucía. –dijo Angela. En ese momento venía Tania con la pelota en la boca, pero Angela se puso andar hasta que llegó al camino de baldosas. Lucía iba a su lado para volver a su casa cuando Angela le ordenó siéntate, esclava. Tania se puso de rodillas sentada mirando a sus botas y al suelo como le había ordenado. Angela escupió en sus botas y en el suelo. Tania fue primero a lamer las botas dejándoselas limpias del escupitinajo para después lamerlo del suelo, mientras Lucía se quedaba con la boca abierta sin decir nada.
–¡Vámonos a casa, esclava! –dijo Ama Angela, marchándose las dos dejando atrás a Lucía, que rápidamente dejó de quedarse en bobada y se fue también hacia el portal. Se metieron las dos en el ascensor mientras Angela la miraba de arriba abajo, pensando si esta chica era otra sumisa sin saberlo o no. Ella miraba al frente mientras acariciaba la cabeza de su esclava, haciéndole caricias como si fuese una perra normal. Lucía se quedaba mirando, perpleja, pero sin decir nada. Llegó a la planta quinta para salir primero Angela con su esclava detrás a cuatro patas, para posteriormente salir Lucía. Al estar la puerta A más cerca, abrió la puerta para meterse, pero no tenía ninguna prisa. Sólo miraba a Tania, y luego miraba a Angela, pero cuando ella la miró, ella retiró la mirada entrando a su casa. En ese momento, –Angela le dijo. –Hasta luego vecina, para ella responder. –¡Lo siento, hasta luego! Angela se sonrió para entrar a su casa y dejar a su esclava en la casa. Angela sacó una lata de comida para perros y le echó un poco en el cueco junto al otro que lo llenó con agua. Angela había notado algo extraño en Lucía, pero lo dejó pasar. Se sentó en el sofá, mientras que Tania estaba sentada de rodillas a cuatro patas al lado de la mesa, atándola con la cadena a la pata de la mesa.
Después de comer un poco de la lata y de beber agua Tania estaba echada a los pies de su Ama como una perra normal. Entonces, Angela le puso delante la bota para que Tania la empezara a lamer. Tania lamía sus botas dejándolas completamente limpias mientras ella veía la televisión una serie que te echaban por Netflix. Las horas pasaban mientras ella veía la serie junto con Tania que había acabado de lamer y limpiar sus botas para ver la serie junto a ella. Cuando acabó terminó el juego de D/s, Angela le dijo a Tania que se fuera ya hacer sus deberes y tareas junto con sus trabajos ya que jugar un día y medio, estaba bien, pero que tampoco podían no estudiar por un placer sexual. Ambas se pusieron a hacer la tarea y los deberes de forma qué al finalizar la tarde, ya era casi de noche cuando terminaron las dos. Nada más terminar de hacer los deberes Tania volvió de rodillas a cuatro patas y se puso delante de su Ama, mirando al suelo. Angela mientras ponía el telediario se fue hacerse la cenar para cuando termino, le echo un poco en el suelo para ella comiera. Tania ya estaba acostumbrada a comer en el suelo, a lamer escupitinajos, beber orina y todas esas cochinadas que ya le empezaba a gustar. Tania comía del suelo mientras que Angela, la miraba con curiosidad ya que estaba convirtiéndola en una esclava y perra totalmente.
Por un lado, ya la sacó, desnuda con un collar al cuello con su cadena por el jardín y saliendo de la casa. Por otro lado, la había expuesto ante su amiga y vecina Lucía, y luego a sus amigas de facultad. Por lo que ya estaba asumiendo su rol completamente. Ella se preguntaba si cortar todo y dejarlo o si era bueno para ella, pero todo lo que le hacía Tania lo estaba disfrutando como una enana. Quizás era lo que deseaba desde que salió con su ex novio, por lo que ella le concedía su deseo. De todas formas, ella le encantaba tenerla como su esclava personal para hacerle la vida mejor. Angela le apetecía jugar un poco con su perra, ya que ella amaba mucho a los perros y le gustaban mucho los animales. Angela cogió la pelota para lanzársela a la terraza para que Tania, se la trajera. Angela hacia practicar a Tania para que se acostumbrara a caminar a cuatro patas como perra que era. –¡Ve a por ella, esclava! –¡Tráele la pelota a su Ama, perra! –decía Ama Angela, mientras le dijo que fuera y volviese ladrando todo el tiempo como perra, ya que quería que aprendiera a ladrar como los perros. Tania iba a por la pelota. –Guau, guau, guau, guau. –decía Tania. Tania se acercaba a por la pelota en la terraza, cogiéndola con la boca para volver de nuevo a llevársela a su Ama nuevamente. Eso se repetía todo el rato hasta qué en una de las idas de Tania, Lucía estaba asomada en la barandilla de su balcón, mirándola como cogía la pelota con la boca y se la llevaba a su Ama Angela. Tania no se sabe cuenta porque estaba feliz ladrando todo el rato obedeciendo a su Ama y dueña. –Muy bien, perrita. –decía Ama Angela. –tráele su pelota a tu Ama, perra. –decía Ama Angela, todo el tiempo.
Lucía miraba la escena con fascinación, ya que Tania actuaba como si fuera una perra, pero era humana. Realmente, sentía ella placer y excitación por ser una esclava y una perra de esa chica. Entonces, Angela se cansó del juego y salió al balcón descalza, sentándose en la silla a espaldas de lado de donde estaba Lucía. –¡Ven, esclava! –ordenó Ama Angela. –¡Ponte de rodillas sentada frente a mí! –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela, su esclava y perra obedece. –dijo Tania. Tania se colocó de rodillas sentada sobre sus pies, abierta de piernas con las manos a la espalda y con su mirada a los pies de su Ama Angela. Esa posición se quedó grabada en la mente de Lucía, excitada mientras su humedad caía por sus muslos, empezó a tocarse. Ella estaba a punto de gemir cuando cerró su boca para no ser pillada por Ama Angela o su esclava. –¡Lame mis pies, esclava! –ordenó Ama Angela. –He estado caminado por toda la casa e incluso he salido al rellano y al jardín para que estuvieran completamente sucios con tierra. –dijo Ama Angela. –He dejado hasta rastro de suciedad, ja, ja, ja, ja. –dijo Ama Angela. –Qué cuando la vea la señora de la limpieza, tendrá más trabajo. –dijo Ama Angela a su esclava Tania. Mientras lamía los pies, Angela escupió a suelo para que Tania lo lamiera. Tania no necesitó una orden, fue y lo lamió. Eso encantó a su Ama, que cada vez la deshumanizaba más aún de ser una mujer convirtiéndola en una esclava y perra blanca para ella.
Lucía vio con detalle como lamia los escupitinajos que su Ama Angela le lanzaba cada tres segundos junto con sus pies sucios e incluso puso el móvil a grabar en silencio hasta que terminó la función, ya que Ama Angela se levantó para irse a sentarse al sofá con su esclava y perra detrás a cuatro patas, mientras ella ladraba. En ese momento, Lucía se estaba corriendo teniendo una serie de orgasmos sucesivos que la obligó a meterse sus bragas mojadas en su boca para no gemir y que no la pillaran. Lucía estaba con el pijama puesto, pero al ponerse la situación así, se desnudó completamente mientras se masturbaba con esas escenas que le parecieron tan obscenas, tan asquerosas y pervertidas que no pudo resistir admitiendo que le gustaban. Ella gemía con el trapo dentro de su boca, mientras caía de rodillas manchando todo el suelo de su balcón de orina, squirts, y fluidos que la mancharon toda. Entonces, seguía tan caliente que se puso a lamerlos de su cuerpo, de su coño y empezó a lamerlo del suelo dejándolo todo limpio. Ella no lo sabía, pero cuando ella se corría, Angela asomó la cabeza por su lado, viéndola desnuda a cuatro patas como una perra en celo lamiendo sus fluidos, orina. Angela la estuvo siguiendo con la mirada todo el rato hasta cuando ella lamio el suelo de todos sus fluidos se marchó, a cuatro patas como una perra. Angela se dio cuenta que Lucía estaba en el balcón y que había visto todo, por lo que se puso cachonda, excitándose tanto que perdió el norte copiando lo que había visto hacer a Tania, mientras Angela se reía, –Ja, ja, ja, ja, ja. Angela sabía perfectamente lo que le ocurría a Lucía como a Tania, ya que ella una vez la trataron como una sumisa sin serlo. Fue una noche hará seis años cuando ella fue a una discoteca en la que ligó con un chico negro de misma etnia.
Ella sin saberlo aceptó irse a su piso, y descubrió por las malas lo que era el BDSM. Estuvo durante todo un fin de semana siendo esclavizada por él y por sus amigos, para luego el lunes despertarse con un collar una correa desnuda tirada en un contenedor de basura en la parcela de su casa. Habían puesto un letrero en el contenedor que la persona que la encontrara no sólo la usara, sino que la llevara a cuatro patas a su piso como una perra, escribiéndole en su cuerpo con pintalabios
–“Soy una esclava negra, una zorra y puta sumisa de mierda” “Fóllenme mis Amos” “Escúpanme en la cara a esta puta negra sumisa de mierda.”
Ella admitía que había sido una esclava, sumisa y una perra negra, durante un fin de semana, teniendo aún su collar con su plaquita y con su correa a juego, que ella tiró pero que compró uno fino de plata con un grosor de 1,5 cm. Ella recuerda que durante ese fin de semana lo pasó muy mal, pero también muy bien. Hasta hace un mes ella misma en su casa iba desnuda con un collar y una cadena, comía en un cuenco y bebía en un cuenco cuando se excitaba y lo sentía lo hacía, así que sabía perfectamente lo que sentían tanto Tania como Lucía. No era una hipócrita como esas Amas/os Dominantes que no han sabido probar en sus carnes lo que se sentía al ser una esclava/o. Sin embargo, en ella nació una sed por dominar, no es que fuera sexualidad dualista, pero empezó a sentir placer dominando, siendo Ama, y con Tania se había producido esas ganas. Ella no negaba que en ella existía un alma de sumisa pero no con todo el mundo. Puede que quizás con ese chico que la sometió, pero como sus vidas se habían separado ya no le importaba nada, recuperándose de lo que le hicieron hace seis años. Sin embargo, supo hace unos meses que tuvo un accidente de tráfico, por lo que murió en siniestro total. Quizás la vida le devolvió lo que le correspondía por ser tan mala persona y puteando, haciendo daño a tanta gente, pero una no podía alegrarse de esas cosas, porque un día todo vuelve hacía ti, proyectado con más fuerza.
Angela seguía mirando por el balcón hacia el interior de la casa de Lucía. La vio que se alejaba desnuda de rodillas a cuatro patas con sus bragas en la boca, las cuales estaban pringadas de orina, squirts y fluidos de sus corridas. Entonces, observó que hablaba sola. Lucía hizo la reverencia que le había visto hacer a Tania hacia sus pies en la terraza, en el jardín con sus botas. –¡Por favor, mi Ama Angela! –preguntó Lucía. –Me su permiso para lamerle y chuparle sus bocas, mi Ama Angela. –preguntaba Lucía. –Adelante, lame mis pies, esclava. –Si mi Ama Angela. –decía Lucía. Lucía comenzaba a lamer sus botas para terminar lamiendo las suelas de ellas, dejándolas limpísimas. Angela con algo de dificultad, veía lo que hacía su vecina, estando cachonda y excitada, porque había dejado un rastro de fluidos desde la terraza de su balcón hasta el salón. Entonces, Lucía comenzó a lamer el suelo, pero como miraba al suelo todo el rato, no se percató que Angela la estaba mirando. Angela se percató que quizás Lucía al ser la vecina del quinto C había escuchado las voces, los gemidos, las ordenes que se habían producido ayer viernes, por lo que entendió que estaba muy excitada que no tenía novio y que le dio por ahí como si le hubiese dado por cualquier otra cosa. Bueno al menos nole hace daño a nadie, empezando a practicar con lo que le gusta.
–¡Menuda puta sumisa de mierda eres Lucía! –pensó Angela para sí. Creo que me voy a divertir con Lucía, ya que está pidiendo a gritos ser una esclava y perra sumisa blanca de mierda, pero esperemos que quiero que sufra, que le correa por dentro y llegue al límite de su necesidad hasta que se postre a mis pies como la esclava y perra que quiere ser. Angela se metió en casa para sentar en el sofá para continuar viendo la televisión. –¡Ven, esclava! –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela, que desea que haga. –respondió Tania. –¡Ve a la puerta del portal con la pelota en la boca, la dejas en el suelo y ladras, para volver al quinto! –ordenó Ama Angela. –Cuando hayas hecho eso, quiero que salgas tu sola al jardín, no podrás hablar sólo podrás ladrar, ven que te escriba lo que eres en la espalda. –dijo Ama Angela. –Una vez que lo haya hecho, tocas al timbre de tu vecina del quito C, y la saludas, y si quieres puedes saludar a otras amigas que vivan en el bloque, mostrándolas lo que eres ahora. –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela. –respondió Tania. Tania primero fue al portal bajando por las escaleras, cuando se cruzó con unos vecinos a los cuales le preguntaron sobre lo que estaba haciendo y que porque estaba así. Pero ella sólo ladraba y cuando miraron lo que tenía escrito pasaron de ella, yéndose relatando. Tania, ya había perdido la vergüenza, así que cuando llegó al portal de la puerta, dejó la pelota y estuvo ladrando. De nuevo, cogió la pelota y se fue a la casa de su Ama Angela, subiendo por las escaleras cuando se cruzó con una amiga suya. –Hola, Tania. –dijo Yolanda. –Guau, guau, guau. –dijo Tania. –¿Qué estás haciendo así? –preguntaba Yolanda. –Guau, guau, guau. –respondía Tania.
Entonces, leyó lo que estaba escrito, quedándose por un lado sorprendida, y por el otro, muy descolocada. Tania hizo una reverencia, y empezó a besarle los pies, ya que iba en sandalias porque había salido a tirar la basura. Después empezó a lamer sus pies, dejándose ella que le limpio las sandalias para luego lamerle sus pies. Yolanda estaba impresionada ya que lamía los pies de una manera que hasta se puso cachonda de placer. Yolanda no lo soportó y manchó su pijama mojándose sus bragas. Entonces, Tania ladró acercando el hocico a su vagina para lamerla. Yolanda estaba muy excitada por lo que vio en el rellano de su planta se desnudó, dejando a Tania lamer sus partes hasta que se corrió, echando sus fluidos por el suelo, pero Yolanda quería devolverle el favor del orgasmo que había tenido así que mientras Tania lamia sus fluidos ella a cuatro patas como una perra más lamía su coño, provocándole unos orgasmos a Tania que machó el suelo que estaba limpiando. Ambas gemían de placer para terminas acabando las dos teniendo unos orgasmos sucesivos encadenados que las dejó tiradas en el suelo.
Entonces, Tania se puso a lamer el suelo todos los fluidos, pero eran muchos, y Yolanda estaba cachonda por verla lamer, así que se puso a lamer el suelo con ella. Cuando terminaron Tania, le dijo. –Me gustado mucho lamerte tu coño, pero como ves ahora soy una esclava y mi Ama es Angela que se vino a vivir hace poco conmigo. –dijo Tania. Tania se despidió, y se marchó al rellano para entregar la pelota a su vecina Lucía. Entonces, Yolanda ya tuvo su dosis de sexo BDSM que la puso a cien en cero, coma, segundos por minuto. Yolanda cogió su ropa con la boca y se metió a su casa desnuda a cuatro patas como una perra, excitada por ver a Tania, estaba muy cachonda, así que fue a mirar en internet vídeos de BDSM. Entonces, comenzó a hacer las mismas cosas que veía en los vídeos, lamer sus botas, sus zapatos, sus sandalias, mear Enel suelo y lamerlo. Quería sentirse humillada como las chicas de esos vídeos, por lo que esa noche comió en el suelo y bebió lamiendo en un cuenco. Yolanda era una amiga y vecina de Tania, pero no podía presentarse en su casa, diciéndole a su Ama Angela, que la aceptara como su esclava, que había sentido una curiosidad por experimentarlo y que se excitaba siendo humillada y denigrada. Por un lado, pensaba vaya suerte ha tenido Tania al encontrarla, pero porque yo no puedo encontrar a alguien así. Ella vivía con dos compañeras más de Tania y que Angela, así que quizás podrían ser alguna de ellas una Ama como ella. Yolanda, se pasó esa tarde noche mirando vídeos, sobre BDSM de todo tipo y fue seleccionado lo que le gustaría probar y lo que no, pero ella suponía que una vez teniendo Ama, pues eso daba igual ya que ella mandaba en todo.
Tania llamó a la puerta de Lucía, que unos segundos la abrió, pero previamente Lucía había mirado por la mirilla para saber quién era. No era una de esas que la abría la puerta a cualquiera. Lucía, le preguntó a Tania, –¿Qué querías? Esta le dejó la pelota en el suelo, beso sus pies descalzos, para lamérselos después. Entonces, se alejó un poco de la puerta, esperando con un ladrido. Lucía pensó. –Querrá su pelota. –dijo Lucía, cogiendo la pelota para tirársela. Tania la cogió con su boca y se la volvió a llevar, para que Lucía se la volviera a lanzar, así durante un rato hasta qué en la última vez, se marchó para la casa de su Ama Angela, mientras ladraba entrando por la puerta con el deber cumplido. Esto hizo ponerse cachonda a Lucía, que vio como Tania había dejado todo el suelo manchado de sus fluidos manchado que Lucía al ver que la puerta se cerraba, salió desnuda a cuatro patas para lamer todo el suelo hasta la puerta de Angela, besando por donde había pisado ella, hizo una reverencia y beso ese suelo hasta lamerlo. Lucía lamió todo el rellano y fue por las escaleras lamiendo el suelo hasta la planta de Yolanda, que vio que allí estaba todo limpio, porque Yolanda lo había lamido todo junto con Tania. Entonces Lucía volvió a su rellano para meterse en su casa nuevamente. Quizás había sido todo un día muy extraño por lo que había sucedido, pero ya era de noche, era la hora de cenar y al día siguiente sería domingo.
Angela estaba cenando en la mesa mientras que su esclava Tania, estaba comiendo en el suelo parte de la comida masticada que le echaba su Ama Angela. Ambas veían una serie de Netflix antes de acostarse mientras hacían la digestión. En casa de Lucía, ella estaba comiendo por primera vez en el suelo como una perra, mientras se excitaba y lamiendo el agua de un cuenco que tenía por casa. Ella había escuchado la noche anterior como la Ama de Tania, le había dicho que durmiera con unas mantas en el suelo en la parte trasera de su cama, así que Lucía sacó unas mantas las puso en el suelo desnuda y se puso a dormir. Es curioso, como en un piso todo lo que hace un vecino si lo dice en alto lo escucha el de al lado. Lucía no era tonta y se imaginaba las humillaciones y vejaciones que Ama Angela, tenía sometida a Tania, su esclava y perra blanca. Por parte por lo que había visto, por otra por lo que había visto en internet, leyendo relatos y viendo vídeos de BDSM hasta que se quedó durmiendo. Por otra parte, Yolanda estaba comiendo en el suelo y lamiendo el agua de un cuenco cuando llegaron sus compañeras de piso, ambas pedo completamente, que con lo bebidas que iban, le preguntaron a Yolanda lo que estaba haciendo. –Tía, ¿Qué estás haciendo? –preguntó Martha, mientras que Mery le decía a Martha. –No ves que es una esclava y perra puta sumisa. –¿Si de verdad Yolanda? –preguntó Martha.
–Si, soy una esclava y perra sumisa blanca. –reconoció Yolanda. Mientras que ambas se tronchaban de risa, –Ja, ja, ja, ja. –reían ambas. –¡Pues, ve aquí, esclava! ¬–ordenó Martha. –¡Ponte de rodillas frente a nosotras, esclava! –ordenó Mery. –Si mi Amas Martha, Mery. –respondió mirando al suelo de rodillas frente a ellas, mientras se quedaba en silencio. –¡Lame las botas y límpiamelas! –Ordenó Ama Martha. –Si mi Ama Martha. –respondió Yolanda, convirtiéndose por primera vez en una esclava de sus compañeras. Yolanda, beso las botas hasta que empezó a lamerlas incluyendo las suelas que las dejó limpísimas. Después, siguió con su Ama Mery, que las beso y lamió igualmente. Estuvieron un rato así teniéndola a sus pies lamiéndolas sus botas hasta que empezaron a tener ganas de hacer pis. –Espera que tengo una idea. –dijo Ama Mery. –Abre la boca y trágatela toda, y como se caiga algo lo lamer, esclava. –ordenó Mery. Mery se puso en la boca comenzando a mearla dentro que Yolanda tragaba toda sin caérsele nada. Detrás, fue Ama Martha, que la meo en la boca, pero era más cruel, así que la meo por la cabeza y por todo el cuerpo, bautizándola como su esclava Yolanda.
Entonces, le ordenó. –¡Lame el suelo, esclava! mientras le pisaba la cabeza de lado, mirándola para hacerla una foto, que envió a las amigas, diciendo que Yolanda era ahora una esclava, y que podían someterla como una puta sumisa de mierda que era, mientras se reía. –Ja, ja, ja, ja. –reía Ama Martha. –¡Espera que tengo ganas de cagar, esclava! –dijo Ama Martha. –¡Ven puta, abre la boca! –ordenó Ama Martha, tragándosela toda, mientras Yolanda masticaba saboreándola a la fuerza. Después de eso, Ama Mery le cagó en su boca igual, comiéndoselo empezando a saborearlo de verdad. Detrás de eso, una vez que acabaron con una zapatilla la estuvieron dándole en su culo. –¡Cuéntalos, esclava! –dijeron ellas. –¡Zas, zas, zas, zas! –sonaban los zapatillazos bien fuertes, haciéndola gemir de dolor.
–¡Zas! –Uno, mis Amas Martha, Mery, –¡Aaah, aaah, aaah! –gemía de dolor. –¡Mmm, mmm, mmm! –gemía de placer la esclava. –Gracias mis Amas Martha, Mery.
–¡Zas! –Veinticinco, mis Amas Martha, Mery, –¡Aaah, aaah, aaah! –gemía de dolor. –¡Mmm, mmm, mmm! –gemía de placer la esclava. –Gracias mis Amas Martha, Mery.
Así estuvieron mucho tiempo hasta dejarla con el culo rojo como un tomate, gimiendo de dolor, pero según le daban los zapatillazos, empezó a sentir placer, excitándose, y mojando su coño, mientras Yolanda lloraba, repitiéndolo una vez detrás de otra.
–“Soy una esclava y perra blanca de mis Amas Martha, Mery, les pertenezco y soy de su propiedad para servirlas y obedecerlas.”
Una vez que terminaron estaban muy bebidas y cansadas por lo que se fueron a la cama cada una a su habitación. Mientras que Yolanda, se quedó en el suelo durmiendo entre lágrimas y marcas en su trasero que hasta le hicieron sangre. Por la mañana cuando se levantaron no se acordaban de nada de lo que habían hecho, ya que estaban muy bebidas bajo los efectos del alcohol y las drogas. Cuando vieron que estaba Yolanda desmayada en el suelo, desnuda con sangre en su culo, espalda. Vieron que incluso se había meado. Fueron a pedir auxilio a alguien, saliendo por la puerta, que casualmente bajaba Angela por las escaleras que iba a pasear sola como solía hacer muchas veces los fines de semana. –¿Qué ha sucedido? –preguntó Angela. –Hola, tú eres la compañera de Tania. –dijo Mery. –Si, lo soy ¿Por qué? –preguntó Angela. –Verás tenemos una emergencia. –dijo Martha. –¡Ven, pasa! –dijo Mery. –Nos la hemos encontrado así esta mañana. –dijo Martha. Angela, pasó, viendo a una chica que se llamaba Yolanda, desmayada desnuda tirada en el suelo, mientras veía que se había hasta meado y cagado.
Observó que tenía marcas de zapatillas por todo el cuerpo, mientras con sangre. Angela las miró nuevamente. –¿Y anoche no la visteis así? –preguntó Angela con una cierta sospecha. –No nos acordamos de nada. –dijo Mery. –íbamos muy bebidas y drogadas. –dijo Martha. –O sea, que si hubierais sido vosotras ni os ibais a acordaros de nada. –dijo Angela. Angela, sabía lo que había ocurrido, que habían sido ellas. Además, miró las marcas de las zapatillas de su piel con las de ellas, y coincidían a la perfección. –Creo que hay que llamar a urgencias porque no parece despertarse, parece que tiene pulso débil. –dijo Angela, llamando a los servicios sanitarios, que a la misma vez se acercó un coche patrulla. Los policías preguntaron. –¿Qué había pasado? –Las chicas les decían lo que sabían. –A su vez, Angela respondió el motivo de su presencia allí. –Angela les dijo que bajaba por las escaleras cuando escuchó los gritos de auxilio de Martha y Mery. Las tres fueron a comisaria a prestar declaración. Estando las tres en la comisaria, llamaron del hospital, parecía que Yolanda había tenido un coagulo sanguíneo por un golpe demasiado excesivo y había entrado en coma. Mientras que la operaban para reparar esa hemorragia interna.
Desde el hospital, –Los médicos dijeron a los policías que la habían agredido, pero no violado. Entonces los policías volvieron al piso para recoger pruebas del lugar, estando un par de policías vigilando el piso con la típica franja acordonando la entrada a él. Una vez analizado el lugar, no había huellas de nadie más que no fueran de ellas tres, de Mery, Martha y Yolanda, ya que Angela le tocó para ver si tenía pulso y no tocó nada más. Ellas pasaron a ser interrogadas para que les explicaran lo que había pasado esa noche, ya que era todo muy extraño. Ellas comenzaron que se fueron de fiesta que bebieron mucho hasta estar borrachas y que tomaron drogas, pero que no se acordaban de nada más. Los policías pensaron quizás las trajeron a casa en coche, y bingo acertaron. Un taxista fue a la comisaría que le dieron el aviso de la central, preguntando qué taxista había llevado a su casa de la calle Hortaleza de la Hoja, 73, a dos chicas en estado de intoxicación etílica. El taxista identificó a las chicas que las llevó hasta su portal exterior, dejándolas allí, perfectamente. Los policías comprobaron la cuartada del taxista que inmediatamente le avisaron para llevar otro cliente en otro lugar, y así sucesivamente hasta que amaneció. En ese momento, llamaron desde el hospital, diciendo que estaba estable y que había recuperado la conciencia. Unos policías habían tomado declaración de lo que había ocurrido.
–“Mis Ama Martha y Ama Mery me estaban sometiendo a una sesión de BDSM.”
Ella declaró con vergüenza que empezaba a ser sumisa y que se encontraba desnuda de rodillas a cuatro patas, cenado en el suelo su comida y bebiendo agua del cueco para perros. Entonces llegaron sus compañeras en estado de embriaguez, drogadas y les fue contando todo lo que le hicieron hasta perder el conocimiento. Por lo que cuando llegaron los dos policías entraron a la sala de interrogatorios en los que estaban Mery y Martha en el centro de la sala sentadas en una silla con una mesa, mientras que Angela estaba sentada en un sofá en un extremo de la sala. Los policías contaron lo que había declarado Yolanda, toda la declaración paso por paso diciéndolo todo. Ellas no se acordaban de todo, pero comenzaban a recordar algo. Ellas decían que ella quería eso, que le gustaba, que disfrutaba con todas esas humillaciones, denigraciones y vejaciones. –Los policías les dijeron. –Puede ser que haya personas que les guste el sado, la dominación o juegos de tipo BDSM, pero, aunque fuese así. Ella ha confesado que descubrió que era sumisa esa tarde y que estaba empezando a experimentar. Estaba sola en su casa desnuda que tiene derecho a estarlo, y comiendo en el suelo, que es extraño sí, pero que es algo no ilegal, pero lo que hicisteis vosotras en vuestro estado le ha dejado un traumatismo, una hemorragia, además tiene una vértebra y un par de costillas rotas. –dijeron los policías.
–Podría haber muerto, señoritas –dijo el otro policía. –Se les acusa de agresión, vejaciones, humillaciones y denigraciones qué por el código penal, se castiga con una multa y si es muy grave con penal de cárcel. –dijo el Policía, poniéndolas los grilletes. Los policías les pusieron las esposas mientras les leían sus derechos. –Tenéis derecho a llamar a un abogado sino se solicitará uno de oficio, mientras ellas lloraban y decían que no era justo que eran inocentes, llevándoselas a los calabozos para que pasaran a disposición judicial. Los policías acompañaron a Angela a la salida, cuando ella –Les preguntó. –Si podía ver a Yolanda. –Estos le dijeron que sí, que no había problema alguno.
Angela se acercó al Hospital del Gregorio Marañón, subiendo a la planta donde tenían a Yolanda. Nada más entrar encontró a Yolanda con una sonda, con oxigeno mientras que la habían cubierto por la operación que había tenido. –Hola, Yolanda. –dijo Angela. –¿Qué tal estás? –preguntó Angela. –Hola, estoy mejor. –dijo Yolanda. –Pero no sé quién es usted. –dijo Yolanda. –Recuerdo que es una vecina de mi bloque, pero,.. –dijo Yolanda. –Si, así es. –dijo Angela. –Soy la compañera de Tania. –dijo Angela. –Entonces ¿Es usted la Ama de Tania? –preguntó Yolanda. –Si, soy su Ama Angela y su dueña. –dijo Angela.
–Me ha contado mi esclava Tania, lo que sucedió en la escalera. –dijo Angela. –No quiero que te lleves a una idea equivocada del BDSM. –dijo Angela. –Creo que tus compañeras por su estado de embriaguez y drogadas, cometieron el error de agredirte, pero tú lo permitiste, así que si vas a juicio tenlo en cuenta. –dijo Ama Angela. –De todas formas, vengo a darte las gracias, por no decir nada de lo que hiciste en la escalera. –dijo Ama Angela. –Si, entiendo, Ama Angela. –dijo Yolanda, haciendo la inclinación con la cabeza, mirando a la cama. –Cuando te recuperes si sigues queriendo ser una esclava y perra blanca, lo primero que debes de hacer es comprarte un collar como el que le has visto a mi esclava Tania con una correa. Los tienes en una tienda del centro de la Gran vía. Deberás de cumplir una serie de ejercicios todos los días esclava. –Te llamo, esclava porque me has llamado Ama Angela. –respondió a Yolanda. –Subes desnuda de rodillas a cuatro patas hasta mi puerta, llamas a la puerta y me saludas como corresponde como esclava que eres. –dijo Ama Angela. El deber de una esclava es siempre saludar a las Amas que conozcan del bloque donde vive, mostrándose ante los demás como lo que es, haciéndolas una reverencia con la cabeza al cruzarte con ellas. –Ahora, bésame mi mano, esclava. –ordenó Ama Angela. –Si, Ama Angela. –respondió Yolanda, dejándose someter por ella, besando sus manos. –Ya vale, esclava. –dijo Ama Angela. Angela le dijo que se cuidara y se mejorara hasta que volviese a su casa.
Angela se marchó de regreso a su casa ya que había dejado mucho tiempo sola a su esclava Tania, pero no estaba preocupada, sino que estaba tranquila. De camino a casa, se cruzo con el coche con varios coches aparcados en una esquina, donde vio a los amigos de su violador de hace seis años. Angela se meo encima nada más verlos, volviendo a experimentar esas sensaciones de placer y lujuria de sentirse sometida, mientras bajaba su humedad por los muslos manchando el sillón del coche. Sacó de la guatera un dispositivo vibratorio, que se lo metió en su vagina, sincronizándolo con su móvil. Mientras conducía a casa, empezó a sentir placer, gimiendo de placer, hasta que tuvo varios orgasmos sucesivos. –¡Ah, ah, ah! –gemía Angela, cortándosele su respiración hasta que paró el coche para terminar de gemir de placer. –¡Ah, ah, ah! –gemía Angela. –¡Mn, Mn, Mn! –gemía Angela. Angela era una chica y como todas las chicas su cuerpo le pedía sexo, y aunque hubiera experimentado sexo con chicas, ella necesitada tener sexo con un hombre. Y quizás, esa era la debilidad de una mujer, pero también era la debilidad de un hombre, la falta de sexo para sucumbir a los deseos y necesidades sexuales. Cuando se recompuso, reanudó la marcha para irse a su casa, ya que había comenzado el adiestramiento de es esclava Tania que era compañera de clase, así que no podía dejarla ahora por haber visto a los ex compañeros de su presunto ex novio fallecido.
Por otra parte, el abogado de Yolanda, entró para informar a su cliente lo que estaba por suceder. –Le dijo –¡Qué si iba a juicio, lamentablemente todos iban a saber sobre acerca de sus juegos y fantasías sexuales! Yolanda dijo que ella no quería denunciarlas, que no iba a ir a juicio ya que en parte era culpa suya, que incitó a sus compañeras realizar esos actos, y como no lo habían experimentado no se controlaron. El abogado le dijo que no habría problema, que en tal caso les harían pagar una multa de entre 100 a 300 euros por agresión, pero que como habían retirado los cargos que no iba a suceder nada. Ella le preguntó si podía evitar que las ficharan por eso, ya que como no había denuncia, no había cargos, por lo tanto, no había necesidad de ficharlas por un delito que no había sucedido. El abogado la informó que habían sido retenidas, esposadas pero que no habían pasado aún a disposición judicial a expensas de su decisión si iba a ir a juicio o no. El abogado salió de la habitación con teléfono en mano, realizando una llamada telefónica para paralizar todo el proceso. Las chicas fueron liberadas pagando las multas para volver a su casa más tarde. Pasaron un día cuando ambas recibieron una transferencia de 250 euros a cada una por parte de su compañera Yolanda. De esta forma, ambas fueron a visitar a Yolanda para ver como estaba su estado y para agradecerla la transferencia que había realizado hacía unas horas. Ellas tocaron a la puerta, preguntando. –¿Se puede pasar? –Si, adelante. –respondió Yolanda. –Hola, Yolanda, ¿Cómo te encuentras? –Preguntó Martha. –Me encuentro mejor, muchas gracias por venir. –respondió Yolanda. –Nos han contado lo que parece que te hicimos, pero con el alcohol y las drogas, no recordamos todo lo que ocurrió. –dijo Mery.
Entonces Yolanda, empezó contando todo desde que se encontró con Tania, la vecina del Quinto, puerta D. Ella comenzó contando que la vio bajar desnuda a cuatro patas, que cuando ella abrió la puerta empezó a besarla y lamerla sus pies. Bueno que ella se había excitado, mojando sus bragas y que Tania estaba muy excitada, así que le empezó a lamer su vagina, en pocos segundos empezó a tener orgasmos, por lo que se desnudó para lamer la vagina de Tania. Entonces, se corrieron ambas manchándolo todo, para poco después ver como Tania lamia del suelo todos los fluidos. –Me excité mucho y me puse a cuatro patas como ella, y estuve lamiendo con ella los fluidos, pero como estábamos tan cachondas. –dijo Yolanda. –Nos pusimos a lamernos nuestras vaginas a la vez por lo que nos volvimos a correr, y nos meamos las dos mientras nos bebíamos las orinas, mutuamente. –dijo Yolanda. –Joder, Yolanda. –dijo Mery. –Con sólo contarnos nos has puesto cachondas. –dijo Martha. –Y como vi que Ama Angela, era su compañera de piso, y ahora es su Ama y su dueña. –dijo Yolanda. –Asumí que soy también una esclava y perra como ella. –reconoció Yolanda. –Lo entendemos, Yolanda. –dijeron ambas.
–Entonces cuando llegasteis creo que se complicó todo, porque estaba muy cachonda, excitada, que me gustó todo las humillaciones, vejaciones y denigraciones que me hicisteis. –admitió Yolanda. Yolanda empezó a contarlas todo lo que habían hecho, haciendo recordar todo lo ocurrido esa noche. Tanto Martha como Mery estaban un poco descolocadas, recordaban un poco lo de la adoración de sus botas y de pies, pero el resto era ya borroso cuando ya terminó de decirles todo. Ellas se quedaron más tranquilas después de hablarlo con ella. –De todas maneras, queríamos pedirte perdón y disculpas por todo el daño que te hemos hecho. –dijeron ambas. –No queríamos que acabaras en el hospital con todo lo que nos han contado. –dijeron ambas. –Nos hemos dado cuenta que son juegos y fantasías y que se debe de practicar con seguridad. –dijeron las dos. –Vale, aceptadas vuestras disculpas. –dijo Yolanda. –¿Qué vais hacer ahora las dos? –preguntó Yolanda. –¿A qué te refieres Yolanda? –preguntó Mery. –Pues si vais a regresar al piso y todo va seguir igual. –respondió Yolanda. –La verdad que habíamos pensado en mudarnos las dos al piso de abajo del tercero, puerta B, ya que el inquilino va a dejarlo, y con todo lo que ha sucedido. –dijo Martha. –Pensábamos, mudarnos. –dijo Mery. –Bueno no hace falta que os mudéis. –dijo Yolanda. –Ya me conocéis, somos amigas y compañeras de clase. –dijo Yolanda.
–Y aunque ahora sea esclava y perra sumisa, ya me habéis visto desnuda de rodillas como una perra, comiendo y lamiendo la comida del suelo. –dijo Yolanda. –Para mí, es más fácil seguir viviendo con vosotras que conociendo a unas compañeras nuevas, tratando de ocultar lo que vosotras sabéis. –dijo Yolanda. –Entiendo. –dijo Martha. –¿Quieres ser nuestra esclava? –preguntó Mery. –Si, exacto. –dijo Yolanda. –Quiero ser vuestra esclava y perra blanca, al menos compañera de piso. –dijo Yolanda. –¿Qué harías por nosotras en el piso? –preguntó Martha. Yolanda les contó que limpiaría todo el piso, les haría las camas, lavaría sus ropas y se las plancharía. También, haría la comprar, les pagaría un tributo mensual como pago para ser su esclava, de unos 100 euros. –¿Y que tendríamos que hacer nosotras por ti? –preguntó Mery. Yolanda les contó que en casa iría desnuda a cuatro patas con un collar y una correa, que le gustaría lamerles las botas diariamente, y lamer sus pies, comer en el suelo comida masticada, que la mearan y cagaran en la boca. Total, todo lo que le habían hecho durante esa noche, pero en lo que se refería a los golpes, que se controlaran, que podía soportar latigazos, que le dieran con una fusta o una zapatilla pero que sin llegar a esos extremos. Ambas estuvieron pensándolo hasta que la dijeron. –Nos gusta la idea, pero ahora ya sabemos los límites. –dijo Mery junto a Martha. –Vale, aceptamos. –dijeron ambas.
–¿Qué tienes que hacer ahora, esclava? –preguntó Ama Martha. –Si mi Ama Martha, Ama Mery. –respondió Yolanda, levantándose de la cama poniéndose de rodillas para besar sus botas en señal de respeto, obediencia y sumisión. –Así me gusta, esclava. –dijo Ama Mery. –Obediente y fiel a tus Amas y dueñas. –dijo Ama Martha, mientras ambas escupían en el suelo para que su esclava lo lamiese en su presencia, para poco después irse de la habitación, riéndose ambas. –Ja, ja, ja, ja. La historia de Yolanda como esclava comenzaba. En cambio, en el bloque donde vivián todas, entraba el coche de Angela para meterlo en el parking. Angela, salió del parking cuando se encontró a un vecino diciéndole si se había enterado de lo ocurrido anoche. Angela respondió que no sabia nada, que venía de trabajar, por lo que no se había enterado de nada. El vecino comentó que habían agredido a una vecina y que la policía como el SAMUR habían estado en la parcela, preguntando a todo el mundo si habían visto algo. Angela continuó para entrar al ascensor de su portal, lo que le faltaba vecinos chismosos. Angela cuando llegó al quinto piso escupió en el felpudo del C y en todo el rellano y se meo en su felpudo y parte de delante de su rellano.
Angela rio mientras entraba a su casa, esperándola de rodillas estaba su esclava. Tania le besaba las botas mientras se las lamía como una buena esclava y perra blanca. Nada más cerrar ella la puerta, esperó un poco mirando por la mirilla. Se abrió la puerta de su vecina Lucía. Lucía observó lo que habían hecho en su felpudo y delante de su rellano que le tocaba, pero en la de los demás. Lucía se desnudó, poniéndose a cuatro patas mientras lamía el escupitinajo de su felpudo y la orina de este. Se fue al rellano y comenzó a lamer los escupitinajos que había junto las orinas de todo el rellano para acercarse a la puerta de su vecina D, y besar el felpudo por donde había pisado ella antes. Después se marchó como vino cerrando la puerta con suavidad para que no fuera detectada por nadie. Angela a través de la mirilla la vio hacer eso, estaba claro que estaba avanzando en su proceso de convertirse de chica humana a esclava perra animal. Era domingo por la mañana, y nada más desayunar Angela y su esclava Tania, la sacó a pasear como iba hacer todos los días. Ella salía primero y detrás su esclava de rodillas a cuatro patas, pasando por delante de la puerta de Lucía, que casualmente salía ella también para ir a comprar el pan. –Hola, Lucía. –dijo Angela.
–Hola, Angela. –dijo Lucía, mientras la miraba tímidamente. –¿A dónde vas Lucía una mañana de domingo? –preguntó Angela, mientras escupía al suelo para que su esclava Tania lo lamiera. Además, iba descalza mostrando sus bellos pies con las uñas pintadas de color rojo. –Voy a comprar una revista y a por el pan. –respondió Lucía. –¿Tú también vas a comprar el pan? –preguntó Lucía. –Si, además tengo que sacar a la perra a pasear. –dijo Angela, mientras movía los dedos de los pies. Angela notó que Lucía se había fijado en sus pies brevemente, pero cuando entraron todas en el ascensor, se percató que Lucía le miraba los pies. Angela, pensó quizás sea fetichista de pies y le gusten mis pies. –¿Por qué me miras los pies todo el rato? –pregunto Angela, mirándola a los ojos. –Pues, me extrañado verte descalza para salir a la calle. –respondió Lucía. –Además, tienes unos pies muy bonitos y con la pedicura hecha. –dijo Lucía. –Si, llevas razón, pero voy descalza porque cada cierto tiempo le ordeno a mi esclava que me los limpie con su lengua, mientras adquieren suciedad y sabor para que ella los disfrute más aún ya que la estoy adiestrando y domando para que sea mi esclava y perra blanca. –Lucía entendió y no dijo más, esperando a que se abriera la puerta del ascensor para salir e ir a comprar sus cosas, pero cuando se abrió la puerta Angela dijo. –Salgo primero yo, y después mi esclava, después sales tú. –ordenó Ama Angela. Lucía no dijo nada, se esperó y detrás salió ella.
Ella no dijo nada acató sus ordenes sin protestar ni decir nada. Está pidiendo a gritos ser una esclava y perra blanca más como tú Tania, pero no tengo tiempo para adiestrar a tantas esclavas. De todas maneras, me divierte bastante, verla sufrir mientras va descubriendo su naturaleza sumisa, así que sigamos con el juego. Total, no tenemos otra mejor cosa que hacer, salvo las clases de la universidad. Angela fue a comprar la barra de pan con tenia desnuda a cuatro patas tirándola de su correa. Angela al llegar a la tienda de pan, la ató al poste ya que no permitían entrar a los perros, que así se lo dijo a su perra y muy obedientemente se quedó sin decir nada mirando al suelo como la había ordenado. Entonces, Angela estaba comprando, pero durante su compra la gente pasaba quedándose mirándola todo el rato. Algunos, la saludaban para ver si decía algo, pero Tania sólo miraba al suelo tal y como le había ordenado su Ama y dueña. Entonces, salieron unos vecinos que conocían a Tania que viéndola así de esa forma se acercaron para preguntarla. –¡Oye, Tania ¿Qué es lo que estás haciendo desnuda y de rodillas como un perro? –preguntó uno de los vecinos con su mujer. Pero Tania, no respondía hasta que llegó su Ama Angela.
–Hola, ¿Qué desean? ¿Puedo ayudarles en algo? –preguntó Angela, cogiendo la correa para irse con la compra en su bolsa, pero con la otra cogía la correa de Tania. –Hola, tú debes de ser la nueva vecina. –dijo la mujer. –¡Estábamos preguntándole a Tania qué estaba haciendo así! –dijo el hombre. –No lo ven, acaso están ciegos. –dijo Angela. –Los perros no hablan, y Tania es mi esclava y mi perra, dejando a la pareja alarmados al saber esa información. –¿Y quién eres tú? –preguntó la vecina. –Yo soy su Ama Angela y su dueña. –respondió Ama Angela, para marcharse con su perra detrás de ella. El matrimonio se quedo con los ojos abiertos hablando en voz alta, cuando salía Lucía por la tienda para poder escuchar lo que decían. –Será posible, lo que hemos visto. –dijo la mujer molesta, mientras que el marido no dejaba de ver a Tania desnuda y los pies de Angela desnudos. –Cariño, cierra la boca que se te cae la baba, que vergüenza, por dios. –dijo la mujer que se llamaba Antonia. Además, era la vecina del primero puerta A. Entonces Lucía les respondió. –Es una relación basada en los juegos de BDSM. –dijo Lucía. –¿Y qué es eso? –preguntaron ambos. –Son las siglas de unos juegos y fantasías eróticas entre una parte dominante y la otra sumisa en el que cada uno adopta un rol y juegan. –Las siglas son de Bondage, disciplina, dominación y sumisión junto con sadomasoquismo. –dijo Lucía. –Son juegos modernos eróticos son vecinas del bloque nuestro y las dos comparten piso, una ha adoptado el rol de Ama y la otra de esclava. –dijo Lucía.
–¿Tú cómo sabes esas cosas Lucía? –preguntó Antonia. –Bueno, todos ahora nos conectamos a internet, pues toda esa información la lees y nos enteramos de todo. –respondió Lucía, saludándoles educadamente. –Hasta luego. –dijo Lucía, mientras la pareja correspondía igualmente. Lucía, había sido educada con ellos para explicarles el motivo de aquello que no entendían y que hasta hace unos días ella tampoco. Sea como fuere, volvía por el camino cuando cerca del camino estaba sentada mientras le tiraba una pelota a Tania para que la trajera, una y otra vez mientras jugaba. Al pasar por al lado de Angela, Lucía la saludo mientras que Angela la correspondió el saludo, para poco después escupir en el suelo delante de Lucía, quedándose para ella para que no le diese, de nuevo escupió dos veces, cayendo los escupitinajos en sus botas. Nadie diría que lo hubiese hecho aposta, pero tenía muy buena puntería de tanto practicar. –¡Lo siento Lucía, no te había visto! Angela se levantó para irse con su perra Tania a jugar por la hierba, mientras que Lucía aprovechó para ponerse de rodillas y lamer el escupitinajo de Angela. Angela, miró de reojo hacia su lado y la vio de rodillas lamiendo el escupitinajo del suelo con ganas mientras que se había descalzado y estaba lamiendo sus botas los dos escupitinajos que le había escupido ella. Angela se reía de Lucía viéndola como se humillaba, se denigraba ella sola delante de todo el mundo a sus espaldas.
Entonces, estaba volviendo para volver al camino para entrar al portal, cuando Lucía se estaba terminado de lamer las suelas de sus botas y corriendo poniéndoselas nuevamente. Al llegar se sentó en el banco para sacar un trapo humedecido por un poco agua para limpiar sus pies descalzos. Una vez que el trapo quedó sucio, lo tiró en la papelera de al lado de donde estaba Lucía, pero el trapo no entró en ella, sino que cayó en sus botas. Angela se marchaba con su esclava por delante por lo que Lucía cogió el trapo y se lo llevó a su nariz oliéndolo mientras lamía el trapo sucio de limpiarse los pies Angela. Angela, que no era tonta lo había hecho aposta, estaba provocándola y comprometiéndola para que se delatara Lucía, públicamente. Angela estaba comenzando con el siguiente paso para su diversión. Cuando llegaron a su planta se metieron las dos mientras que Angela hacia la comida, Tania estaba de rodillas con las piernas abiertas, las manos a la espalda y la mirada al suelo. Esa era la posición que la había enseñado a estar a Tania, para denigrarse ante los demás. Angela terminó de cocinar, se sentó a la mesa mientras que Tania comía del suelo la comida que le echaba su Ama. Tania ya estaba acostumbrada por lo que disfrutaba de esa humillación, denigrándose ante ella, ya que iba aceptando que era una esclava perra sumisa, y que su obligación era la de servirla y obedecerla, poco a poco eso iba metiéndose en su cerebro, aceptándolo hasta niveles totales de adiestramiento, sometimiento y siendo doblegada completamente.
Tania había pasado la noche del viernes, la del sábado y ahora iba a ser la del domingo, siendo la esclava y perra blanca de su amiga y compañera Angela, que se había convertido en su Ama Angela y su dueña. Esa noche iba a aparecer Alberto de su reunión de trabajo con sus compañeros, pero no había llamado así que seguramente volvería el lunes después de entregar su trabajo. Angela llevaba un control de la comida de su esclava Tania, que consistía en una lata, comida de la mesa que le tiraba y luego por la noche o la mañana su caca, pero esa noche ya había cagado por lo que le echo un poco más de comida para equilibrar, mientras que Angela se reía, –ja, ja, ja, ja. Lucía subió por el ascensor encontrándose varios escupitinajos, que se puso de rodillas, desnudándose y fue lamiéndolos, uno detrás de otro. Al salir del ascensor vio siete u ocho escupitinajos en el rellano junto con charcos de orina, que Lucía excitada fue lamiendo hasta limpiarlo.
Entonces, vio una caca cagada delante de la puerta de Angela y de su esclava Tania. A lucía le entraron los sudores, no sabía si atreverse a dar el paso o dejarlo correr. Mañana vendría la señora de la limpieza y lo fregaría todo, así que no habría ningún problema, pero volvió a tener esa necesidad de verse humillada, denigrada y vejada como estaba viendo a Tania, se sentía una esclava y perra blanca más, así que se acercó de rodillas a cuatro patas, mientras que se puso delante para comenzar a comérsela. Al principio le parecía asquerosa, pero según la comía se fue acostumbrando hasta que se la comió toda lamiendo, dejando el suelo tan limpio como estaba. Entonces volvió a su casa entrando de rodillas a cuatro patas como la esclava y perra blanca que era, cerrando con suavidad para que no la sintieran nadie y menos sus vecinas. –Angela, cogió la bolsa de basura para bajarla al cubo entre ellas, llevaba varias bolsas, una bolsa de plástico, otra de residuos y otra de cartones. Al salir por la puerta se fijó que todo el rellano estaba limpio de nuevo, mientras sonreía para sus adentros, diciéndose a si misma, que Lucía se había atrevido a comerse sus heces. Eso parecía que estaba llegando a estar a unos niveles de denigración y humillación ya casi rozando el nivel de un animal como un perro, ya que los perros comen caca, pero los humanos no.
Angela se metió en el ascensor contenta porque se lo estaba pasando en grande humillando y denigrando a su vecina a escondidas, haciéndola creer que no sabe nada del tema. Al salir del ascensor, se cruzó con Martha y Mery, –Hola, Angela, Buenas noches. –saludaron ambas. –Hola, Martha y Mery. –respondió Angela. –¿Qué tal os encontráis las dos? –preguntó Angela. –Pues, bien. –dieron las dos. –Se han retirado los cargos. –dijo Martha. –Hemos pedido disculpas y perdón, reconociendo que nos equivocamos. –dijo Mery. –¡Qué, aunque no lo recordemos, no podíamos eludir nuestra responsabilidad! –dijo Martha. –¿Y que tal esta Yolanda? –¿Está mejor? –preguntó Angela. –Si, está mejor. De hecho, hemos hecho las paces y volverá dentro de unos días o de unas semanas. –dijo Mery. –Con nosotras, por supuesto. –dijo Martha. –¡Entiendo, pues me alegra entonces! –respondió Angela, yéndose a tirar la basura a los cubos, Mientras que ellas subían a la planta tercera para entrar en su casa.
Con esa respuesta, Angela había obtenido la respuesta que deseaba. Ellas habían hecho las paces y habían llegado a un acuerdo para que Yolanda siguiera siendo su esclava. Seguramente, Yolanda se encargará de toda la limpieza de la casa a cambio de humillaciones, vejaciones y denigraciones e incluso les pague un tributo a ambas. No es que ella fuese lista o más inteligente que ellas, sino que ella lo hubiera hecho igual. Tanto Martha como Mery habían subido al quinto, llamando a la puerta D. En ese momento, Tania salió de rodillas a cuatro patas, mientras miraba sus botas.
–Hola, Tania, ya vemos que eres una esclava y perra blanca. –dijo Martha. –Hemos venido a decirte si no lo ha hecho ya tu Ama y tu dueña, que Yolanda está mejor que se está recuperando y que dentro de unos días volverá. –dijo Mery. –Tania se acercó hizo la reverencia y les beso las botas hasta que se las lamió dejándolas limpias, mientras que ambas se reían. –ja, Ja, ja, ja. –¿Quién te veía antes? –¿Y quién te ve ahora? –dijo Martha. –Bueno, es lo que has elegido, ser una esclava, así que ahora no te quejes. –dijo Martha. –Si ya sabemos que no tienes permiso para hablar, esclava. –dijo Mery. –¡Cuídate, mucho! –dijo Martha, –¡Qué si un día quieres dejar de ser esclava, nosotras te ayudamos! –dijo Mery. Ambas se marcharon por el ascensor para poco tiempo después subir Angela a su planta. Cuando llegó habían cagado y meado en el suelo del rellano de la planta del quinto. Angela, se rio, pensando así que me han devuelto la visita que yo hice a Yolanda. Supongo que le habrán dicho a Tania el estado de su amiga Yolanda. Y mirando las cacas y orinas del rellano, a ver si alguien lo limpia. –dijo Angela. Después de eso, entró en su casa para prepararse para el día siguiente que tenían clase en la universidad tanto ella como Tania. Angela le había dicho que el juego de la dominación y sumisión, no podía interferir en los estudios de ambas, así que mañana tendrían que adaptarse nuevamente a la nueva situación.
Al poco tiempo, salió Lucía que vio todo como estaba, así que se puso de rodillas a cuatro patas y fue lamiendo los charcos de orina para terminar comiéndose las cacas de Martha y de Mery, que habían dejado delante de la puerta de Angela, dejándolo todo muy limpio. Lucía no era tonta siendo la vecina de Angela, las conversaciones se escuchaban y se había enterado de todo, pero ella había obedecido la orden de Angela, pero por otra parte se sintió muy humillada, denigrada al limpiarlo todo con su lengua. Ella sabía que eran de Martha y Mery, que al parecer se vengaron de Angela por visitar a Yolanda, pero era una subida de dosis de humillación y degradación que ella necesitaba cada vez más. Lucía después se metió en su casa, la verdad que no tenia ganas de cenar así que se acostó en las mantas del suelo como había escuchado a Angela, ordenárselo a Tania, para terminar, durmiéndose completamente. Angela cogió la fregona con el recogerlo para limpiarlo de su puerta cuando al salir, vio que alguien lo había limpiado. Se acercó al suelo mirando a contra luz y se dio cuenta que habían lamido el suelo, así que dedujo lo que había sucedido. Lucía salió sabiendo o no lo que había pasado, lo lamió y se lo comió como una esclava y perra blanca que era. Angela se metió para dentro para acostarse ya que al otro día quizás otras cosas podrían suceder. La noche transcurrió tranquila sin ninguna novedad o problema como la noche anterior en el que todo el lugar se había llenado de policía y de ambulancias.
Era pronto por la mañana cuando sonó el despertador para despertarlas a ambas. El procedimiento a seguir fue como los dos días del fin de semana. Angela se levantaba para irse al baño, mientras que Tania estaba de rodillas en señal de respeto, obediencia y sumisión para seguirla de rodillas a cuatro patas. Cuando llegó se puso en posición abriendo la boca. Angela la meo y después cago en su boca mientras Tania se lo comía todo. Detrás Angela se duchaba para que en esos minutos Tania tuviera su ropa preparada en la cama con su calzado y todas sus cosas dentro de la mochila. A continuación, Tania se bañaba con el agua sucia que había dejado su Ama Angela, para detrás para salir de rodillas a cuatro patas para comer algo del desayuno que su Ama le escupía en el suelo, junto con un poco de café que dejaba caer al suelo, mientras que Tania lo lamía y se lo comía. Poco después, Angela se sentaba en la silla mientras que Tania lamia sus pies con la lengua. Detrás de eso, se vestía y luego ordenaba a su esclava a vestirse. –No te pongas ropa interior, las esclavas no lleva, y déjate el collar con la cadena que déjala metida por dentro. –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela, como ordene. –respondió Tania. Primero se maquillo Angela para detrás maquillarse Tania.
–¡Vamos, esclava! –dijo Angela, que llegamos tarde si tardamos más. –Si mi Ama Angela. –respondió Tania. Ambas salieron del piso cerrando la puerta cuando salía a la misma hora Lucía, que al ver a Tania nuevamente de pie se sorprendió al verla. –Hola, Angela, –dijo Lucía. –Hola, Tania. –Hola, Lucía. –dijo Angela, –Hola, Lucía. –dijo Tania. Las tres se metieron en el ascensor cuando paró dos plantas más abajo, entrando Martha y Mery. –Hola, buenos días a todas. –dijeron ambas. –Hola buenos días. –dijeron las tres. El ascensor era grande por lo que no iban apretados. Tania iba mirando al suelo como le ordenó su Ama Angela. Hasta que salieron para irse a los coches para llegar a la facultad. Angela con todas las movidas que había tenido encendió el móvil en ese momento, la cual se dio cuenta que había recibido unas fotos de todas las que se conectaron por la videollamada. Todas enviaban una foto desnudas de rodillas a cuatro patas, poco después de cuando ella lo ordenó con el mensaje de “Si mi Ama Angela, soy su esclava.” Al momento, recibió los tributos de todas de 50 euros con la frase que les había ordenado,
–“Soy esclava y perra blanca de mi Ama Angela, le pertenezco y soy de su propiedad para servirla y obedecerla.” con los vídeos en el que se les veía haciendo lo que les había dicho.
La verdad que Angela estaba impresionada no se esperaba que ver una sesión de humillación, denigración y vejaciones a su esclava Tania junto con las ordenes que les había dicho, las hubiera vuelto locas, pero se veía que estaban cachondas, excitadas y mojadísimas al hacer esos videos, porque además se veía en cada una de ellas en sus vídeos. Angela había ganado ese fin de semana casi unos 1000 euros con todas ellas con sus tributos. Lucía se la veía caminar hacia la misma clase que Angela, que se juntó con ellas en el camino hacia ella. Mientras que Tania, le tocaba otra de al lado. ––¡Le dijo Angela! –Actúa con naturalidad, que seas una esclava y una perra blanca, no quiere decir que no hables como siempre. –dijo Angela. –¡Vale, mi Ama Angela! –respondió Tania, marchándose hacia la puerta de la clase dos. –Hola, Lucía, creo que nos toca la clase uno. –dijo Angela. –Si, es verdad. –dijo Lucía. A la entrada de la puerta había unas quince chicas aproximadamente estaban esperando para entrar, pero qué al llegar Angela, éstas una detrás de otra, fueron poniéndose delante de ella, haciendo la reverencia con su cabeza, saludándola. –Hola, mi Ama Angela, su esclava Marta, Susana, Naira, Beatriz, Natalia, Gema, Sofia, Sonia, Margarita, Begoña, Nagore, Nayara, Teresa, María y Vanesa. Todas se quedaban mirando a los pies de Angela hasta que ella las dijo. –¡Poneros una detrás de la otra de rodillas y besarme las botas, esclavas!
–¡Os levantáis y os quedáis mirando a mis botas o al suelo hasta que os de la orden de entrar, esclavas! –Si mi Ama Angela. –dijeron, una a una, según se arrodillaban y besaban sus botas, se levantaban mirando al suelo, esperando en silencio. Angela no se lo esperaba, pero la última chica, que se arrodilló para besar sus botas, llamándola Si mi Ama Angela, había sido Lucía, que se había humillado y denigrado para hacerlo. –¡Vale, esclavas! –dijo Ama Angela. –¡Id entrando en clase! –Y la que veía que se moja las bragas en el descanso, la castigaré. –ordenó Ama Angela. Todas fueron entrando, pero la última era Lucía que miraba al suelo y no se atrevía a mirarla a los ojos. –Lucía, ahora a lo largo de la mañana me envías un tributo de 50 euros por ser mi esclava y perra blanca. –ordenó Ama Angela. –Cuando te sientes en tu lugar, te estaré observando, esclava. –dijo Ama Angela. –Te quitas la ropa interior, ya que como eres ahora una esclava y perra blanca, las esclavas no llevan ropa interior. –ordenó Ama Angela. –Te sientas y cuando tengas las bragas bien mojadas, pedazo de zorra, quiero que te las quites y te las metas en la boca. –ordenó Ama Angela. –ordenó Angela.
Cuando fueron entrando todas se sentaron donde había hueco, de forma que Angela, fue enviándoles unos mensajes con las ordenes que había dado a su esclava Lucia, junto con algunos insultos vejatorios y humillantes con unas imágenes de Tania de rodillas, lamiéndole los pies, pisándole la cara, mirándola a la cara, que todas se mojaron las bragas imaginándose que eran ellas en el lugar de Tania. Las clases comenzaban, todas recibían algún mensaje caliente de Angela con alguna foto de sus pies descalza, mostrando sus plantas y dedos sucios. –¿Qué necesitan mis pies, esclavas? –¡Quiero saber lo que haréis al finalizar las clases, esclavas! –ordenó Ama Angela. –Una a una le llegaban los mensajes. –Se los lamería de rodillas mi Ama Angela. –respondían ellas. Angela iba respondiendo a todas por orden de llegada. –Así me gusta, esclavas, que seáis obedientes y sumisas, putas cerdas de mierda blancas. –dijo Ama Angela. –Sois unas guarras y unas zorras, que menudas corridas os hicisteis el otro día, esclavas de mierda. –dijo Ama Angela. –Ahora quiero que cada vez que os corráis y meáis, lo tragaréis y lameréis del suelo todos los fluidos, esclavas. –ordenó Ama Angela.
–Nada más llegar en casa os desnudáis, caminaréis desnudas a cuatro patas como perras esclavas que sois, zorras blancas. –dijo Ama Angela. Mientras ellas se mojaban sus bragas, excitándose cada vez más sus humedades bajaban por sus muslos hasta el suelo. Entonces les envió los mensajes claves. –Sois esclavas y perras blancas, las esclavas no llevan ropa interior, así que os quiero ver como os la quitáis en clase, esclavas blancas. –ordenó Ama Angela, usando su poder de domina. –Si mi Ama Angela, –respondieron todas, por el orden de llegada de sus mensajes. Angela creo un grupo de WhatsApp con el nombre de “esclavas de Ama Negra Angela.” Ella fue metiendo todas en el grupo para agilizar las órdenes, ya que era muy tedioso el mandar mensajes, era más practico uno general y luego las repuestas personalizadas de cada esclava. Las horas pasaban y todas fueron, quitándose la ropa interior, una a una para meterla en la mochila, mientras que sus bragas mojadas por sus fluidos se las metieron en su boca, cerrándola durante toda la mañana, que aun así seguían echando fluidos y excitadas a no parar, machando las sillas y el suelo.
Después del pitido de la última clase, todos los estudiantes empezaron a irse, quedándose ellas solas. Entonces, Angela se levantó acercándose a ella, para decirlas. –Ya podéis sacaros las bragas de la boca, esclavas. –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela. –dijeron todas, pudiendo respirar mejor por la boca. Angela en ese momento les ordenó a todas ponerse las bragas, mojadas, babeadas nuevamente. Estas obedecieron inmediatamente. Fue cuando les ordenó lamer las sillas y el suelo que habían manchado como cochinas que eran. Todas empezaron a lamer las sillas y luego el suelo debajo de sus mesas para dejarlo todo limpio. Angela les ordenó desnudarse y acercarse a cuatro patas como perras que eran. Todas fueron acercándose para besar sus pies para luego lamerlos y chuparlos. Las quince chicas estaban al finalizar la clase cuando ya habían acabado lamiéndole los pies a una chica negra que era su Ama que se llamaba Ama Angela. Cundo ya acabaron todas de lamer sus pies y de chupárselos. Angela les ordenó que hicieran un círculo a su alrededor, pero de rodillas mirando a sus pies. Angela fue meándolas a todas siguiendo el círculo, diciéndoles. –Lamed y tragar lo que podáis cuanto pase con mi coño, esclavas blancas. –ordenó Ama Angela. Mientras que Angela les hacia fotos de todas las humillaciones que les estaba haciendo.
Cuando terminó de mearlas, les ordenó lamer la orina del suelo diciéndolas. –¡Dejad el suelo limpio completamente, esclavas! –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela. Angela tenia en el bolso una fusta y un látigo así qué de esa forma, empezó a darles con la fusta en las parte y pechos de ellas, poniéndoseles los pezones duros por aquello, y como estaban en círculo pues era muy fácil para Angela, darles fustazos que cada vez eran más fuertes, gimiendo que las tenía ya a las esclavas blancas. Entonces saco una bolsa con unas pinzas de tender la ropa y les puso dos por cada una en sus pezones, excitándolas más aún. Angela se salió del círculo y con la fusta fue dándoles en el trasero mientras ellas contaban. –Uno, mi Ama Angela, gracias mi Ama Angela, Dos, mi Ama Angela, gracias mi Ama Angela, Tres, mi Ama Angela, gracias mi Ama Angela, Uno, mi Ama Angela, gracias mi Ama Angela, Cuatro, mi Ama Angela, gracias mi Ama Angela, Cinco, mi Ama Angela, gracias mi Ama Angela,.. Angela estuvo así hasta que les dio unos veinte cinco fustazos en el trasero, por lo que ya gemían no sólo de dolor sino de placer porque estaban corriéndose nuevamente. –Muy bien, esclavas. –dijo Ama Angela.
Ella sacó el látigo y fue dándoles otros veinte cinco latigazos con suavidad dejando marcas, pero desaparecerían a poco de unas horas. Mientras ellas lloraban y pedían clemencia, pero Angela les dijo. –Silencio, esclavas, seguid contando. –ordenó Ama Angela, que siguió dándoles otros veinte cinco más por protestar hasta que estallaron de placer alcanzando varios orgasmos seguidos mientras gemían como unas locas de placer y lujuria. Una vez que terminaron, Angela les ordenó que se vistieran todas fueron arrodillar a los pies de su Ama Angela, y besando sus pies desnudos, que estaban sucios por andar descalza por el suelo de la clase. –Mis pies no puedes quedarse así de sucios, esclavas. –dijo Ama Angela. En un segundo ya tenía a dos de ellas, lamiéndole sus pies que se cambiaban para lamerlos las siguientes, mientras Angela andaba por toda la clase. De esa forma siempre tenían sabor para la boca de sus esclavas. Angela les dijo que desde mañana vendrían a su casa para darles una sesión de BDSM. Todas enloquecieron de placer al escucharlo, estaban muy excitadas y cachondas. Angela tenía una sorpresa para ellas los días siguientes, así que de esa forma se despidieron haciéndola la reverencia con su cabeza para después besar sus pies antes de marcharse.
A todas pocos segundos después les escribió. –Id a la tienda de las Cadenas Negras que está en el centro de Madrid. –ordenó Ama Angela. –A partir de las seis de la tarde, preguntáis por el encargado llamado José Emilio, que os atenderá. –ordenó Ama Angela. –Decidle que habéis ido a por un paquete y decid vuestro nombre. –ordenó Ama Angela. –Este os lo entregará confidencialmente un paquete cerrado. –Haced una transferencia de 29 euros a mi verse con este motivo “Me llamo tal y soy esclava y perra de mi Ama Negra Angela.” –Si mi Ama Angela. –escribieron todas por WhatsApp. –Debéis de hacerme un tributo mensual como mis esclavas y perras blancas de 150 euros por ser adiestradas, sometidas y domadas, esclavas con el motivo respondiendo a las preguntas que visteis decir a mi esclava Tania. –Si mi Ama Angela. –escribieron todas las esclavas. Después de la mañana que habían tenido todas se subieron a sus coches la que no tenia se fue en autobús para llegar para comer. –Le llegó un mensaje. –Las esclavas están desnudas en sus casas, caminando a cuatro patas como esclavas y perras que son. –Comen la comida en el suelo y beben agua de un cueco en el suelo. –Poned las mantas en el suelo de vuestra cama, allí será vuestro lugar donde dormiréis, esclavas.
–Imaginadme durmiendo en vuestras camas y vosotras en el suelo como mis esclavas y perras que sois, mandadme fotos que cumplid con mis ordenes, esclavas. –ordenó Ama Angela. –Mearos en las bragas para después metéroslas en vuestras bocas de cerdas asquerosas que sois, esclavas blancas. –Y mañana os quiero a todas con todo puesto. –ordenó Ama Angela. Angela se subió en el coche para volver a su casa, mientras Tania volvía también. Dio la casualidad que llegaba Lucía al parking después de ella. Entonces Angela, la esperó en la puerta de su coche. Lucia aparcó el coche viendo a su Ama Angela, esperándola. Angela la miró hasta que Lucía se percató de lo que quería que hiciese ella. Esta se desnudo dejando la ropa en una bolsa dentro del coche, mientras se acercaba a cuatro patas como una perra. Cuando llegó hizo la reverencia y besos sus botas, Angela no se movía por lo que Lucía entendía que quería que se los lamiera, así que Lucía lamió sus botas limpiándoselas completamente, hasta que se sentó, para que lamiera las suelas. –Muy bien, esclava. –dijo Ama Angela. Angela se descalzó para llevar las botas con la mano, mientras le ordenó a su esclava Lucía. –Sígueme, esclava. –ordenó Ama Angela. –Mirada al suelo y a mis pies, siempre, esclava. –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela. –respondió Lucía.
Recuerda hablas cuando te de permiso, eras ahora una esclava y una perra blanca, que no piensas, no hablas, no actúas, no haces nada a menos que te lo ordene, esclava. Angela se puso andar mientras que Lucía la iba siguiendo de rodillas a cuatro patas como una perra. De ves en cuando Angela escupía en el suelo que Lucía iba a lamer con rapidez ante su Ama. Nada más llegar a la escalera, esperando al ascensor se encontraron con Martha y con Mery, que vieron como Lucía estaba de rodillas a cuatro patas siguiendo a su Ama Angela. Las tres subieron al ascensor mientras preguntaban cómo se había dado el día, que tal había sido la mañana, que so habían conocido algunos chicos con los que ligar hasta que Angela dijo a su esclava Lucía. –Lame, esclava. –ordenó Ama Angela. Martha y Mery vieron como Lucía lamia la planta de los pies negras de Angela, ya que había estado andando por le garaje. Primero, lamió una y después la otra, dejándoselas limpias completamente. Martha y Mery se quedaron perplejas como Angela había sometido a su amiga Lucía, que ahora no era más que una sombra de lo que era.
Ellas continuaban hablando mientras que Angela escupía en el suelo, que con rapidez Lucía lo lamía obedientemente. Cuando llegó la planta de ambas, Angela dijo a su esclava. –Saluda a tus vecinas, esclava. –ordenó Ama Angela. Lucía se acercó a las botas de Martha y de Mery y las beso educadamente, mientras sonreía a ambas despidiéndose. –Por cierto, el día que subisteis a mi rellano y cagasteis y os measteis las dos, que sepáis que mi esclava Lucía, lamió el suelo vuestras orinas y se comió vuestra mierda, cumpliendo mis deseos. –dijo Ama Angela. –¿Verdad que es cierto, esclava? –preguntó Ama Angela. –Si mi Ama Angela, yo lamí el suelo las orinas de Martha y de Mery, comiéndome sus cacas, dejando todo el suelo del rellano de mi Ama Angela, limpio. –respondió Lucía mientras se ponía otra vez de rodillas sentada mirando al suelo. Lucía no miro a la cara ni una sola vez, para ella, sólo existían las botas de su Ama y el suelo hasta que le dieran permiso. –Bueno, hasta luego Angela. –dijeron ambas, despidiéndose. Angela prosiguió hasta la planta quinta. Entonces cuando llegaron entró a la casa de Lucía. Vio que Lucía había puesto un cuenco de comida en el suelo y otro para beber. Se dio cuenta que Lucía había estado muy sola, necesitando sexo y que no tenía novio. Ella pensó que quizás nunca lo tuvo y que cuando conoció el BDSM por ella, se metió de lleno. Fue a la habitación y tenia si cama en el suelo con las mantas.
Así que parecía que Lucía no sólo se había enterado de lo suyo con Tania, sino que había estado imitándolas. –Ponte abiertas de piernas sentada sobre tus pies con las manos detrás dela cabeza. –ordenó Ama Angela. Angela se acercó para ver la comida que tenia Lucía. Vio que sólo tenía unas latas para perros, no comía nada más que eso. Angela por un lado se impresionó, pero por el otro dijo, que miedo de chica. Sea como fuese, Ama Angela fue a su casa a por un poco de comida y volvió a la casa de Lucía mientras ella estaba en esa posición sin moverse. Angela, se sentó en el sofá mientras ponía la comida en la mesa, comenzando a comer mientras que Lucía estaba en esa posición mirando al suelo. –Ponte de rodillas y ven a comer, esclava. –ordenó Ama Angela. Lucía se acercó mirando los cuencos que estaban vacíos cuando Angela escupió la comida masticada al suelo. –Come, esclava. -ordenó Ama Angela. Esto era más humillante de lo que había visto hasta ahora, Lucía se excitó, pero se acercó y se lo comió, lamiendo el suelo. Para ese instante Angela ya había escupido otro más, así de esa manera le dio de comer a su esclava Lucía. Una vez que termino de comer tiro las sobras al suelo que Angela ordenó que se lo comiera. Lucía se lo comió, todo lamiendo el suelo. Angela se acercó a Lucia. –Ponte de rodillas frente a mí, y abre la boca, esclava. –dijo Ama Angela. Angela comenzó a mear en su boca, mientras ella se lo tragaba todo hasta que dejó una parte para ducharla marcándola como su esclava y perra blanca de su propiedad.
Fue cuando empezó a cagarla en la boca, tragándosela toda sin dejarse nada. –Muy bien, esclava. –dijo Ama Angela. –Ahora arrodíllate de lado sentada delante mía. –dijo Ama Angela. Angela puso sus pies encima y la usó como escabel para apoyar sus piernas. Entonces, Angela comenzó a ver su serie mientras pasaban las horas hasta que llegaron las cuatro de la tarde. En ese momento hizo una videollamada por WhatsApp al grupo. Todas contestaron iniciando la llamada en la que Angela vio como todas estaban desnudas de rodillas a cuatro patas. –Ladrad, perras blancas. –ladrad para vuestra Ama y vuestra dueña. –ordenó Ama Angela. –Guau, guau, guau, guau, –ladraban todas las chicas, que algunas tenían otras compañeras que al escuchar el sonido entraron en la habitación, preguntando. –¿Qué estás haciendo Gema, Marta, Naira? –preguntaban sus respectivas compañeras de piso. Entonces, Angela les ordenó dejar de ladrar. –Responded a vuestras compañeras, esclavas. –ordenó Ama Angela. Ellas fueron diciendo a sus compañeras que eran esclavas y perras blancas de su Ama Angela. Angela ayudó un poco preguntando a todas. –¿Quiénes sois? –¿Qué sois? –¿Quién soy yo? –¿De quién sois? Ellas decían sus nombres seguido de “soy esclava y perra blanca de mi Ama Negra Angela, le pertenezco y soy de su propiedad para servirla y obedecerla.”
Las compañeras dejaban el tema y se iban o se quedaban mirando mientras observaban. –Saludad a vuestras compañeras. –ordenó Ama Angela. Ellas iban y les besaban las botas o lo pies para luego lamérselos dejándoselos muy limpios. Éstas se quedaban impresionadas. Entonces, Angela les decía que escupan en el suelo o coman comida masticada al suelo y os la coméis todo. La que estaba delante de ella, escupía y observaba como su compañera lo lamía del suelo, esperando más que estas seguían escupiendo cogiéndole el truco a ello. La que estaba comiendo se acercaba desnuda a cuatro patas, pidiéndola que escupiera la comida mientras ellas lo comían del suelo mientras lamian el suelo, así sucesivamente hasta que terminaban de comer, que entonces besaban las botas o sus pies lamiéndoselos.
Entonces, Angela les dijo que se lo contaran a sus compañeras. Todas fueron diciéndolas que eran esclavas y perras que les gustaba que las dominaran, las humillaran y denigraran, que Angela era su Ama y que la obedecían pero que al estar en la casa serían sus esclavas también. Todas suplicaban por favor que les dejaran ser sus esclavas de piso, que harían todas las tareas de la casa, limpiarían, comprarían e incluso pagarían un tributo de 100 euros a sus Amas de piso. Ellas no se lo pensaron y aceptaron todas, sólo que las dejaran hacer lo que habían visto, comer en el suelo, escupir, mear, cagar e incluso si alguna se atrevía a darles fustazos y latigazos. Sea como fuera la llamada se cortó, y todas estaban de rodillas ante sus nuevas Amas y compañeras de piso. A las seis, no pudieron ir a por el paquete, pero un mensajero lo llegó a todas a sus casas. Las amigas, cuando abrieron el paquete vieron que había un collar con una cadena con unas instrucciones. –¡Póngasela al cuello de la esclava! Todas les pusieron el collar con la cadena atada a él.
Luego había un látigo, una fusta, un dispositivo para ponérselo en la vagina de la esclava que todas se lo pusieron, junto con unas esposas de pies y de manos con dos barras. La verdad que traía unas instrucciones, explicándolo todo. Muchas de las compañeras les encantó que empezaron a usarlas con sus nuevas esclavas. Fue una tarde de locura, pero de placer hasta había instrucciones de como dar de comer, donde dormían las esclavas, no podían llevar ropa íntima. Al final de la tarde cerca de la noche todas las esclavas estaban comiendo la comida que escupían sus Amas, hasta que las mearon en la boca y las cagaron en ella, para luego sacar las mantas de su cama y ponerlas en el suelo de la parte trasera de sus camas. Todos los días la rutina era habitual y todas habían aceptado ya que eran esclavas. Pagaban tributo a sus Amas por ser adiestradas, domadas y sometidas hasta que fueron doblegadas completamente. Muchas de las compañeras eran más atrevidas y por la calle las llevaban tirando de su correa del cuello. En la facultad, se podía ver como una chica desnuda de rodillas lamia los pies de otra o le lamía las botas para limpiárselas. Angela estaba más feliz que una perdiz, ya que había solucionado el tema de las quince esclavas que tenía. Ella se llevaba un tributo por haberlas convertido y con ello, se pagaba las matrículas de la universidad.